Maternidad & Paternidad Responsable
La paternidad y maternidad es fruto de la unión matrimonial de un hombre y
una mujer. El don recíproco del uno y de la otra en el matrimonio se abre al
don de una nueva vida, de un nuevo ser humano, que es también persona a semejanza
de sus padres.
El convertirse en padre o en madre no es sólo un hecho biológico, sino que
tiene un significado más profundo, que encuentra una total resonancia en la
interioridad de las personas. El hombre y la mujer encuentran en la procreación
una confirmación de su madurez no sólo física, sino moral, así como la
esperanza de una cierta prolongación de sus existencias. Cuando la vida de cada
uno de ellos acabe con la muerte física, el hijo seguirá viviendo, no solamente
"carne de su carne», sino también persona que ellos mismos habrán
modelado.
Nadie nace sabiendo cómo ser una buena madre o un buen padre. Tampoco
existen cursos que nos indiquen los pasos a seguir para lograrlo. Cada relación
entre padre, madre e hijo es única y por eso no hay reglas básicas, sin
embargo, sí es cierto que debemos llevar a cabo una maternidad y paternidad
responsable.
Principios básicos de la maternidad y paternidad
Primero que nada, debemos tener claro el efecto que nuestras palabras hacen
en nuestros hijos, para saber así como expresarnos mejor para lograr los
efectos deseados. No debemos quedarnos cortos en afecto pensando que así
malcriaremos a nuestros hijos: nunca sobra amor y cariño. En cambio, sí son las
cosas materiales las que los hacen malcriados.
Ser padre es un trabajo a tiempo completo que lleva un montón de esfuerzo.
Debemos estar para nuestros hijos física y mentalmente, y haremos de la crianza
una serie de etapas que van creciendo con nuestro hijo.
Un punto clave es establecer, fijar y respetar las reglas. Siempre es más
fácil manejar el comportamiento de nuestros hijos cuando son pequeños, y poner
límites no nos hace malos padres. Las reglas deben ser consistentes y cumplirse
siempre y sin excepciones.
Al tiempo, debemos fomentar su independencia dentro de esas normas para
conseguir que sean personas exitosas en un futuro.
Sin embargo, no debemos excedernos en la disciplina, los traumas físicos y
emocionales que pueden quedar de una crianza muy dura no los harán mejores
adultos en el futuro, sino más bien todo lo contrario. A veces es mucho más
fácil explicar nuestras normas y decisiones con tranquilidad y respeto: nuestros
hijos entienden, razonan y son seres humanos con dignidad.
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